En una entrevista
reciente, Lynch respondía a algunos de sus seguidores sobre diversas
cuestiones. Y ahí fue cuando apareció la cuestión. Le preguntaron si estaba
orgulloso de todo lo que había hecho y él, ni corto ni perezoso, dijo que sí
con una excepción, la de Dune.
David Lynch odia Dune… ¿Con
razón?
Depende de con
quién hables, te dirá que Dune es una gran película, una castaña pilonga o un
film de culto que no va más allá, pero que resulta interesante. No es una obra
que deje a nadie indiferente por lo general. O la gente se aburre soberanamente
como una ostra porque no entiende nada, o se lo pasa pipa con el despliegue de
medios, personajes y leyendas y mitos que incorporó Herbert a este inmenso
universo.
El caso es que
Lynch negoció para hacer esta película de gran presupuesto, su tercer
largometraje tras Cabeza Borradora
(1976) y El Hombre Elefante (1980),
a cambio de poder hacer después una película con total libertad creativa, que
sería Terciopelo Azul (1986).
¿Qué sucede
cuando un productor gasta mucho en una película? Obviamente quiere ver
beneficios. Así que, cuando Dino de
Laurentiis observó que el montaje final de Lynch superaba las 5 horas,
recortó sin piedad hasta dejarla en poco más de 2 horas.
Obviamente, toda
la magnitud que Lynch quiso captar de la compleja y enrevesada trama de la obra
de Frank Herbert quedó cercenada en
una especie de maremágnum – batiburrillo que no todo el mundo entiende bien del
todo por culpa de los cortes que redujeron el metraje en más de la mitad.
Obviamente, todo
productor que ha gastado su dinero en un film quiere recuperar la inversión.
Con una obra de 5 horas era complicado. Sin embargo, la versión final se
convirtió en objeto de culto bien pronto gracias a la visión rococó y estética
que rodó Lynch del universo de Dune. Todo es muy poético, profético, recargado
y espectacular, suficientes ingredientes para esta obra pese al odio y la
tirria que le tiene el bueno de Missoula.
Lynch y Dune: amor y odio
Lynch nunca se
sintió conforme con la versión final
que se vio en cines sobre su rodaje de Dune. De hecho, desde ese momento jamás
aceptó rodar una sola película más en la que él no tuviera la última palabra en
cada decisión que se tuviese que tomar. Ha conseguido el control total de los filmes que ha dirigido.
En lo que
respecta a Dune, muchas otras versiones han aparecido con montajes y
remontajes. En la actualidad, muchos aficionados tratan de adaptarla al libro
con añadidos y demás. Incluso existe alguno de 3 horas o más en el que el
director de Missoula pidió que no apareciera su nombre y vio la luz como regido
por Alan Smithee, el sufrido
pseudónimo cuando no se quiere firmar algo.
¿Veremos algún
día el montaje que Lynch tenía previsto de más de 5 horas? Parece ser que no.
Según se cuenta, ese material está perdido, destruido o bajo llave, no sabemos
bien. Pero no cabe duda de que sería
maravilloso poder disfrutar de la obra pensada y montada como el genio de
Missoula lo ideó.
Por nuestra parte solo añadir que, aunque David Lynch odia Dune, a nosotros nos encanta. ¿Salud!
No hay comentarios:
Publicar un comentario