¿Qué le pasa a David Lynch con el fuego? Esta es una cuestión que me ha rondado
por la mente durante muchos años, y creo que no estoy solo en esto. ¿Es una
fascinación lo que siente este buen hombre, o simplemente una más de sus
obsesiones? Lo cierto es que no hay una respuesta fácil para nada cuanto lo
rodea, pero está claro que le gusta
quemar y ver arder. ¿Será su fuerza purificadora? ¿Habrá disfrutado de
alguna noche de San Juan en España con sus célebres hogueras?
Porque, aunque lo más célebre en el universo
de David Lynch es el cine, realmente el fuego está prácticamente presente en
toda su obra. Si salimos del séptimo arte, también vemos otras disciplinas en
las que el director de Missoula quema algo cada dos por tres.
El fuego y David Lynch
Vamos por partes. Es cierto que Lynch parece
haber cogido gusto a eso del fuego relativamente tarde. No es hasta comienzos
de los 90 cuando vemos los créditos de apertura de Corazón Salvaje con fuego constante. Poco después, cerraría
temporalmente la serie Twin Peaks (antes
había quemado la célebre serrería) con la precuela de Fuego camina conmigo.
Si seguimos nuestro viaje, volvemos a ver
fuego en Carretera Perdida, y no nos
olvidamos de los constantes primeros planos de Una Historia Verdadera cada vez que alguien se enciende un
cigarrillo. ¿Qué te pasa, David?
De hecho, si miramos en otras artes de Lynch,
observamos que también en sus dibujos aparece el fuego y las cerillas, por no
hablar del álbum musical que compuso junto a Dean Hurley, The Air is on Fire.
Como comprenderás, no pretendemos explicar o
entender lo que pasa por la mente de David Lynch. De hecho, si hay tanto fuego
como parece, mejor ni tocar. El universo lynchniano tiene sentido, o eso afirma
él, pero es tan retorcido y dramático que cualquiera que entre ahí saldrá igual
de bien parado que los torturados protagonistas de su cine. Esperemos que el
fuego sea purificador, cual Ave Fénix, de lo contrario, estamos todos bien
jodidos.
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